Creemos en la importancia de la iglesia local y en su autonomía. Las Escrituras declaran que la iglesia es la columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3:15), y tiene a Cristo como Cabeza (Ef. 1:22; Col. 1:18). La palabra autonomía viene de de la combinación de dos palabras griegas: autos (αυτος), que quiere decir mismo,y nomos (νομος), que quiere decir ley. En efecto, la autonomía de la iglesia local significa su derecho de gobernarse a si mismo, siempre que Cristo sea la cabeza. Creemos que la iglesia es una realidad universal (Hch. 8:3; 1 Co. 10:32; Ef. 1:22-23) que se mantiene y se practica en una manera local (Hch. 14:23, Tit. 1:5; 1 Co. 16:19; Col. 4:15). La Biblia indica que cada iglesia local es libre de disfrutar de la enseñanza de otras iglesias parecidas y participar en el compañerismo con ellas también (Hch. 11:19-23).
El seminario es una rama de la iglesia local. La importancia y la eficacia del seminario se podrá medir por la calidad del involucramiento de los alumnos en la iglesia. Por lo tanto, cada alumno se involucrará en alguna medida en los siguientes ministerios:
Mientras que las muchas instituciones y religiones del mundo son basadas en la palabra de algún líder o líderes terrestres, el eterno Dios nos ha hablado del cielo, revelándose en una manera entendible y libertadora (Jn. 1:12-14; Dt. 18:18). Como la iglesia es la columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3:15), será auténtica hasta el punto en que se cumpla con las enseñanzas de la Biblia.
La palabra “autonomía” viene de de la combinación de dos palabras griegas: ἀυτος (áutos), que quiere decir “mismo,” y νόμος (nómos), que quiere decir “ley.” En efecto, la autonomía de la iglesia local significa su derecho de gobernar a sí mismo.
El ser bautizado en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo es mandado por Cristo (Mt. 28:18-20) y es esencial a la membresía de la iglesia (Hch. 2:41). Como el término bíblico (βαπτίζω, baptizo) siempre significa “sumergir,” se administra por sumergir en agua después de que alguien haya oído y entendido y creído el evangelio. La Cena es la segunda ordenanza conocida en Las Escrituras en la cual debe participar la membresía de cada iglesia.
En el Antiguo Testamento el sumo sacerdote era responsable de entrar en el lugar santísimo del templo para ofrecer el sacrificio por los pecados de él y también por los del pueblo (Lv. 16:34). A través de los profetas Dios anunció El Nuevo Pacto, hecho posible por un mejor sacrificio que el de los animales (Sal. 40:6-8; Is. 53; Jer. 31:33-34). Como el perfecto Cordero de Dios, Cristo se ofreció a si mismo por nuestros pecados dando a todo creyente la entrada al Lugar Santísimo de Dios en el cielo (He. 10:19-25; Mt. 27:50-51). Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5; 1 Pe. 2:5-9).
Las iglesias bíblicas se componen de individuos que reciben y retienen el evangelio, y que han sido bautizados (Hch. 2:41, 47). Se congregan para proveer ánimo mutuo para apoyar la pureza y la responsabilidad de la membresía (Heb. 10:24).
Cada vez que el estado ha tratado de controlar la iglesia, o viceversa, los dos se han corrompido. Habrá una unión perfecta entre la autoridad del estado y la de Dios solo cuando Cristo regresa para establecer su reino sobre la tierra (Ap. 2:26-27; Sal. 85:8-13).
Dios creó a los seres humanos con una conciencia que puede percibir la realidad de Dios y su naturaleza justa (Ro. 1:20). Aunque la conciencia es endurecida y torcida a causa del pecado, puede ser restaurada por medio de escuchar, entender, y recibir el evangelio. Aun así, nadie tiene la autoridad de forzar que una persona haga o crea algo que viole la conciencia.
Los pastores tienen que cumplir con los requisitos de 1 Timoteo 3:1-7, y son responsables de cuidar, alimentar, y proteger el rebaño de Dios por medio de ser un ejemplo y enseñar buena doctrina. Los diáconos se enfocan en las necesidades materiales de la gente y tienen que cumplir con los requisitos de 1 Timoteo 3:8-10.