En 1859 se publicó El Origen de Las Especies, escrito por Charles Darwin. En este libro Darwin sugirió que la raza humana surgió de los monos, que también surgieron de un ancestro primordial y común a todos. A pesar del hecho de que nadie ha observado ni demostrado convincentemente este “link” entre las especies, se ha hecho muy popular la idea de este tipo de la evolución. Si hemos surgido de monos, ¿quién nos puede decir no actuar como ellos?
Hay una diferencia importante entre la adaptación de las especies y la evolución de ellas. La adaptación ha sido observada y tiene que ver con leves cambios que afectan las especies dependiendo del medioambiente y las características de sus progenitores. Nunca se ha observado la evolución de una especie de una familia a una especie de otra. Además, la evidencia demuestra que la naturaleza en sí se inclina a decaer y morir y no a expresarse en nuevas formas de vida más hermosas y complejas.
Según Darwin, la base del sistema de la evolución de las especies es La Selección Natural, en la cual solo los más fuertes sobreviven. Algunos, como Adolfo Hitler en La Segunda Guerra Mundial, han usado esta idea para justificar la violencia y el asesinato. Como esta teoría rechaza el concepto de Dios, implica que lo que es (sin importar si parece ser bueno o no) es correcto y que no hay vida después del sepulcro. Sin tener una base para lo que debe ser, no puede haber un futuro brillante.
La vida como debe ser fue demostrada en la del hijo de Dios, Jesucristo. Irónicamente, los que querían ser más fuertes que Jesús lograron matarlo, pero no eran por eso más fuertes. ¡Él se mostró más fuerte por resucitar de entre los muertos! Jesús dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25). La resurrección de Jesús demuestra que Él es el Autor de la vida (Hechos 3:15; Hebreos 1:1-3) y que solo en Él podemos tener un futuro brillante (1 Pedro 1:3-5).
Nuestra iglesia existe para enseñar las palabras de Jesucristo según la Biblia. La Biblia declara que el hombre fue creado por Dios para tener una relación con Dios por medio de Jesucristo (Génesis 1:27; 1 Timoteo 2:5-6). Cristo es la razón por la hermosura y la complejidad de la vida y solo Él puede darnos una vida “más abundante” (Juan 10:10