En los años cincuenta algunos científicos de los Estados Unidos conectaron una computadora con otra para compartir la información. Dentro de unas décadas, millones de computadoras se habían conectado, resultando en un nuevo mar de información. Hoy, todo el mundo contribuye al contenido y desarrollo del internet. Algunos dicen que la nueva edad tecnológica puede mejorar hasta perfeccionar el mundo. Sin embargo, el esperar en la tecnología demasiado puede terminar en manera inesperada.
Cada vez más la esperanza se basa en tres fenómenos modernos: 1) la teoría darwiniana del progreso humano (la tecnología avanza a causa la evolución); 2) la disminución de la importancia de la conciencia humana (la ética es una etapa no más en el desarrollo del universo, así que es relativa), y 3) la historia revisionista (como nuestros antepasados no creyeron en la evolución, no eran calificados de escribir ni interpretar la historia). ¿Cómo sería el mundo si ni la historia ni la conciencia importaran?
Puede sorprendernos que las cuestiones más urgentes de hoy tienen respuesta en un libro confiable y muy antiguo. La Biblia declara en Romanos 2:6-8 que “Dios pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia.” La Biblia afirma que el mundo perfecto realmente existe, pero que se obtiene solo por los que obedecen a la verdad.
Aunque a muchos de nosotros nos gustaría decir que sí hacemos bien, no es verdad que siempre obedecemos a la verdad. Romanos 3:10-12 declara que “no hay justo, ni aún uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” Aun si una persona afirmara haber guardado los diez mandamientos (la ley) de Dios, no sería suficiente para obtener la vida eterna (Romanos 3:20). ¿Cómo podemos obtenerla?
El hijo de Dios, Jesucristo, es la clave de esta búsqueda que resulta en la vida eterna. Siempre buscó e hizo la voluntad de Dios (Romanos 10:4; Mateo 5:17). Por eso Él es el único que puede perdonarnos y darnos la vida eterna. Cree en Él, y Él te dará de su espíritu para poder y aun querer hacer el bien (Filipenses 2:13).